miércoles, 23 de diciembre de 2009

DECRETO Y OBLIGACIÓN


Alguna vez en el cielo de tu intimidad

Y el infierno de mi certeza

Cruzamos camino.

Porqué, aún no sé, pero no me queda duda

De que como ayer recalco tu mirada sinfónica

En el ahora preludio de un amor inconcluso.

Ya por decreto, ilegalmente traspasas mis fronteras,

Y atrincherado, delincuente, constituyes las lagunas

Institucionales de mi mente enferma.

Quizá, después de un tiempo

Revoque el decreto y lo configure

En tu obligación social de amarme.

Pero mientras, en defensa plena de la soberanía de mi cuerpo

Mientras el decreto se extingue,

Me defiendo porque violas mi vida

Con la misma insistencia que invocas y

profesas amor hacia esa que no conoces.

martes, 22 de diciembre de 2009


…NO TU ERES…

No recuerdo haber contado horas en tu ausencia

Ni haber bebido café a suspiros.

Mi memoria no recalca tu silueta

Y tampoco me apetece la sensación de haberte huido.

Tú eres la grácil sinfonía de mi rechazo

El preludio de un cariño concluido

Y la ausencia de poros dilatados, mí estimado amigo.

Eres también la plenitud del asco

Y la gracia de lo no grato, lo estéril, lo no dado.

Hubiera deseado ser desamparo y fuerza

Y mejor amante y esclava y perecedera… eterna.

Pero todo es perecedero y tu rutina se degradó en un sinfín de aventuras no deseadas. Que bueno que termino antes, que bueno que no terminó ahora.

Eres la constancia inconstancia de mi deseo

Eres el fantasma recubierto de pelo y manos fabricadas de violencia quejumbrosa y aún así… te quiero.

12 octubre de 2009

06:06 pm

Porque no todas las lágrimas son saladas...

Ella se fue y con ella alejó el baúl de recuerdos que descansaba sobre el sofá. Se fue, dejando vacíos interminables y llantos ausentes de gozo, porque las lágrimas no siempre son saladas, se fue y apartó del camino de su vida, el surco de mazorcas que amenazaba con arrebatarle lo que más atesoraba.

El primer pie que pisó la tierra sin ningún tipo de artefacto inhibidor de placer, la llevó hacia la derecha del camino, donde había diminutos pedestales de roca donde habitaban aún más pequeños caracoles.

El segundo pie le llevó al agua salada, le sanaba las heridas y las llagas que el primer pie había causado. Así, poco a poco se encaminó en el sueño donde la fantasía no le impedía nada, donde a lo lejos veía el interminable arrojo de las olas, donde cauteloso depositaba sus pensares, sus andares y sus quién sabes.