viernes, 23 de abril de 2010

El más, el mejor, el primero

Lo grave de no estar tomando clases es que lo que antes era necesidad se convierte en esporádico. Me refiero al maravilloso mundo del debate y la participación. Ese mundito cuadrado donde, en grupos de ochenta personas, donde solo opinaban diez, se intentaba dar explicación a fenómenos políticos, ecológicos, sociales, culturales que aquejan al país; cultivando la necesidad individual de decir, expresar, criticar.


En ese “mundo intelectual”, so pretexto de saber, es donde se lee el periódico ávidamente y se escuchan las noticias para criticar cualquier acontecimiento que se cierne en el país. Así pues, bajo el ala de ese mundo me encontraba, cuando comencé a escuchar el orgullo con el que el gobierno federal enfatizaba los logros del país, “ razones para festejar el bicentenario.” Y fue entonces que las discrepancias comenzaron a surgir.


De acuerdo a estos anuncios, México es el primer productor de papaya a nivel mundial, tiene el puente más alto de América Latina, será poseedor de la primera frontera inteligente del mundo, cuenta con la red de comunicaciones más moderna y la lista sigue.
El más, el primero, el mejor. No es necesario ser el mejor en cosas superfluas ni ostentar detalles que no convergen con las verdaderos primeros lugares del país y que atañen a todos y a nadie a la vez.
México es además de lo que se menciona arriba: Primer lugar en obesidad, en secuestros en tiempo de enseñanza perdido, en consumo de Coca Cola y la lista sigue. Entonces, ¿hacia dónde se dirige el país?, ¿qué métodos de medición serán utilizados en el futuro?, ¿cómo se logrará sacar a México de la lista de los primeros lugares y colocarlo en los últimos pero quizá mejores? Quisiera tener las respuestas.

Lentamente el país entra en terrenos borrascosos, cuando se comienza a cuestionar el funcionamiento de su clase política o la ausencia de ella. Sin embargo, con o sin el cuestionamiento, la verdad es que siempre es más sencillo ostentar lo que se posee. En el caso del país, esto se podría entender como el lógico razonamiento ante una comunidad global que despega, y evoluciona con nosotros al margen. Digo con nosotros porque como comunidad estudiantil de la mejor universidad de América Latina, -un primer lugar donde se vale festejar un centenario de autonomía- nos toca salpimentar la realidad del país. Y porqué no, ser fundadores de verdaderos logros.


Empero, no minimizo los logros que se anuncian ni tampoco desecho la idea de un país mejorado. Pero mientras no se detenga el ideal de que ser el primero significa ser mejor, continuaremos en una pendiente inclinada donde todos crecen y México se estanca.
Así pues, terminaré diciendo que ante todo y ante cualquier situación, es necesaria una pizca de humildad y modestia. El verdadero orgullo viene cuando se lucha y se compite con grandes, lo demás son nimiedades.

lunes, 5 de abril de 2010

DECLARACIÓN 22

... mi regalo de cumpleaños... digno de una chica demente...

Hoy amanecí un año más vieja, más experta, más lúcida, más competente, más tenaz. Pero también amanecí un poco más triste, melancólica, irónica y sublimemente demente. Amanecí con la novedad de que mi cuerpo se atrevió a experimentar el abrazo perpetuo sin éxito y besó sin saborear las bocas.

Me supe eternamente enamorada de dos cosas: la vida y mi familia. Me enteré que estaba obsesionada con dos cosas: los hombres y EL hombre. Me supe bella, linda, fea, amargada, berrinchuda y belicosa.

Sin embargo, hoy me siento y recalco mis pensares en una hoja que, aunque electrónica, me basta para sucumbir a los deseos de unos dedos cansados unos ojos lúcidos y una mente enferma. Conocí mis adicciones, mis debilidades y mis bullas. Experimenté el deseo de sanar almas y percudir la propia. Alimentar egos y destruir el que me toca.

Me enteré, que mi cuerpo puede dar vida y que lo que entra por debajo tiene ese mísero objetivo. Que weba!!! Supe que para hacer el amor bastan las palabras y sobra cama; que para decir te amo, basta mirar de lejos y gritarlo en pecho cerrado.

Hoy lector, amante mío, sea quien “sieres” te confieso mi ineptitud para aceptar el fracaso, te confieso mi declaración de guerra ante la injusticia y el desamparo, te confieso que me creo perfectamente imperfecta y que así me amo. Amante mío, lector, libreta, hoy te digo con mis 21 gramos de fuera que la plenitud llega en el día y se desvanece por la noche, que el tímido rayo de sol matutino basta para agradecerle a quien sea de estar andando, campante, vagabunda, trechera, sin rumbo.

Me declaro poeta, filósofa, errante. Amante de la flor con vida y del jarro de barro y también, porque no, de las costuras y deshilachadas faldas del amor indispuesto. Declaro mi pasión hacia el cuerpo y mi fijación hacia tus labios, los que fueran, del lector que sea, de los pocos que quedan.

Confieso que le lloré a Benedetti y que Sabines me pone a llorar como niña. Que mi héroe es mi padre y mi abuelo y mis heroínas mi madre y la suya. Supermán colgó la capa cuando me profesaron el primer beso y el primer cambio de pañal.

Admito que me no me gusta el chocolate y las rosas me dan asco. Declaro que mi compañero de infortunio me aborrece y deseé con furia no tener cuerpo ajeno sobre mí, sino era el que amaba. Admito que odio las pruebas de amor, pero las doy porque amo. Que amo de lejos para que nadie me toque y, así, evitar que me rompan. Que me tiemblan las piernas cuando me dicen te quiero y las manos sudan, con o sin talco, cuando me toman toda.

Declaro que leo el periódico por costumbre y prefiero las caricaturas. No entiendo el albur pero sé jugar a ser sensual y guapachosa. A cómo me amo!!!

Declaro que a mis 22 años, la vida está en paz conmigo, porque aún no conozco una mísera porción de lo que me toca. Y yo a la vida no le debo nada, porque aún vida mía… no estamos en paz.


continuará...